viernes, 10 de octubre de 2014




"Me abrazó despacito y me deseó lo mejor, no fue un abrazo común de esos que te dan los amigos con efusividad, tampoco uno empalagoso de esos que te dan los niños pequeños o algún hermano por molestar, tampoco fue uno de esos protectores y certeros que solo te brinda una madre cuando apenas te levantas feliz de verte con los ojos abiertos a un nuevo día. No, ese abrazo fue distinto, cariñoso y tierno, pasional y efímero, dulce y arrogante; me entregó en el la pureza y la tranquilidad de alguien que solo te quiere ver bien, tal vez fue un abrazo lastimero para un alma sorprendida de sentirlo tan cerca, paralizador de pensamientos, aniquilador de coherencias; desde ese abrazo nunca fui la misma, algo dentro de mi estalló, tal vez él no pudo percatarse pero mi alma se rompió, se despegó de mi cuerpo y se adhirió a él. Esa tarde se despidió de mí, con un beso pero no me dejó completamente, o tal vez yo no le deje a él, allí va mi alma aferrada a su piel, va deseando regresar y retomar mi cuerpo para que vuelva a estar completa, para que yo vuelva a ser yo, me queda claro ese abrazo me desbarató, me rompió, ese, solo ese, fue el único abrazo que me dio mi eterno amor".




































































No hay comentarios:

Publicar un comentario